miércoles, 13 de agosto de 2014

En el Jardín de los Recuerdos (Continuación)

-Está bien – dijo Aurora un poco derrotada, pensó que la besaría, “soñar no cuesta nada” se dijo a sí misma – ¿qué quieres saber específicamente? Como ya sabes crecí entre estos pasillos y cuatro paredes, además cualquier cosa que quieras saber las enfermeras y el resto del personal te las puede con mayor detalle que yo.

 -Pero yo quiero conocer tu perspectiva – Daniel trato de imprimirle la mayor serenidad al tono de su voz.

-Tú lo que quieres es que te cuente con mis palabras eso que está en mi historia clínica, ¿no es así? – inquirió Aurora son sorna.  

-Si – sí, era cierto, era algo que no lo dejaba dormir desde que lo descubrió estudiando la historia clínica de Aurora.

-La verdad es que no recuerdo mucho, ahí debe estar todo con lujo de detalle – dice Aurora señalando la carpeta en manos de Daniel.

-Yo lo quiero escuchar de ti – dice Daniel levantando una ceja, gesto que Aurora no pasa desapercibido y se ruboriza.

-Está bien, mmm… por donde empiezo – inconscientemente comienza a pasarse las manos por su larga cabellera, como gesto de desesperación – yo tendría uno 8 años, no siempre fui tímida ¿sabes? Solía conversar con todos los pacientes y familiares cuando venía a visitar a mi padre, luego de ese día me encerré en mi misma, él me dijo que me lo había buscado por ser tan atenta con él ¿Qué clase de monstruo le dice eso a una niña de 8 años? Se supone que los niños son alegres y habladores ¿no?

-Estas en lo cierto Aurora, no fue culpa tuya – de repente Daniel sintió la necesidad de abrazarla y consolarla, pero se contuvo.

-Yo lo sé, en el momento no lo sabía y me tomo un tiempo aceptarlo, pero ahora lo sé. – dice bajando la cabeza mirando hacia sus manos, como su hubiera algo mal en ellas – yo confiaba en él, toda mi familia lo hacía.

-¿Era amigo de la familia? – esa información no la tenía.

-Sí, claro, era el marido de la mejor amiga de mi abuela, ellos vivían a unas casas de nosotros, Ana su esposa me ayudaba con los deberes de la escuela, por lo que su casa era como un tercer hogar para mí.

-Tu familia debió haberse sentido traicionada.

-En todos los sentidos, mi padre casi lo mata al enterarse y para nadie es un secreto que el Dr. Dimaggio no es una persona propensa a la violencia, pero yo era su pequeña y lo que ese hombre me hizo no tiene perdón de Dios.

-¿Qué fue lo que te hizo Aurora? ¿Qué fue tan grave como para desbocar la furia de tu padre?

-Tu sabes que fue – dijo iracunda, ella estaba nerviosa, este tema estaba abriendo viejas heridas que pensó ya estaban sanadas.

-Dímelo, quiero escucharlo – conocía a Aurora y sabía que a veces era bueno darle un pequeño empujoncito.

-Nooo ¿Daniel no entiendes que aun duele? – sonaba furiosa, como una animal herido.

-Dímelo – ese era un Daniel exasperado, solo necesitaba un empujón más.

-¡ME VIOLO! ¿Eso querías escuchar? M-E V-I-O-L-O, ese hombre viejo y asqueroso abuso de mi cuando tenía 8 años – Aurora está al borde de las lágrimas – me llevo a su habitación, me amarro a su cama ¡la cama que compartía con Ana! No paraba de decirme que era culpa mía, yo no debía sonreírle tanto y lo peor de todo es que ¡ella se encontraba abajo! – dijo esto último gritando – como es posible que no escuchara mis gritos.

-Aurora ven no llores – Daniel corrió a abrazarla, duraron así unos cuantos minutos hasta que Daniel se aventuró a mirarla a la cara - ¿mejor? – pregunto con una expresión dulce en su rostro.

-Sí, gracias.

-¿Por qué?

-Nunca me habría atrevido a decirlo en voz alta si no fuera porque insististe, esa fue una de las peores experiencias de mi vida, siento como si me hubiera quitado un peso de encima – dice y suelta una risita nerviosa, Daniel nunca había escuchado algo igual, un sonido que le llego hasta lo más profundo de su corazón.

Daniel la apretó más fuerte hacia él, ella levanto la vista y por un segundo posó sus labios en los de Daniel.

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