-Está bien – dijo Aurora un poco
derrotada, pensó que la besaría, “soñar no cuesta nada” se dijo a sí misma – ¿qué
quieres saber específicamente? Como ya sabes crecí entre estos pasillos y
cuatro paredes, además cualquier cosa que quieras saber las enfermeras y el
resto del personal te las puede con mayor detalle que yo.
-Pero yo quiero conocer tu perspectiva – Daniel
trato de imprimirle la mayor serenidad al tono de su voz.
-Tú lo que quieres es que te
cuente con mis palabras eso que está en mi historia clínica, ¿no es así? – inquirió
Aurora son sorna.
-Si – sí, era
cierto, era algo que no lo dejaba dormir desde que lo descubrió estudiando la
historia clínica de Aurora.
-La verdad es que
no recuerdo mucho, ahí debe estar todo con lujo de detalle – dice Aurora
señalando la carpeta en manos de Daniel.
-Yo lo quiero
escuchar de ti – dice Daniel levantando una ceja, gesto que Aurora no pasa
desapercibido y se ruboriza.
-Está bien, mmm…
por donde empiezo – inconscientemente comienza a pasarse las manos por su larga
cabellera, como gesto de desesperación – yo tendría uno 8 años, no siempre fui tímida
¿sabes? Solía conversar con todos los pacientes y familiares cuando venía a
visitar a mi padre, luego de ese día me encerré en mi misma, él me dijo que me
lo había buscado por ser tan atenta con él ¿Qué clase de monstruo le dice eso a
una niña de 8 años? Se supone que los niños son alegres y habladores ¿no?
-Estas en lo
cierto Aurora, no fue culpa tuya – de repente Daniel sintió la necesidad de
abrazarla y consolarla, pero se contuvo.
-Yo lo sé, en el
momento no lo sabía y me tomo un tiempo aceptarlo, pero ahora lo sé. – dice bajando
la cabeza mirando hacia sus manos, como su hubiera algo mal en ellas – yo confiaba
en él, toda mi familia lo hacía.
-¿Era amigo de la
familia? – esa información no la tenía.
-Sí, claro, era
el marido de la mejor amiga de mi abuela, ellos vivían a unas casas de
nosotros, Ana su esposa me ayudaba con los deberes de la escuela, por lo que su
casa era como un tercer hogar para mí.
-Tu familia debió
haberse sentido traicionada.
-En todos los
sentidos, mi padre casi lo mata al enterarse y para nadie es un secreto que el
Dr. Dimaggio no es una persona propensa a la violencia, pero yo era su pequeña
y lo que ese hombre me hizo no tiene perdón de Dios.
-¿Qué fue lo que
te hizo Aurora? ¿Qué fue tan grave como para desbocar la furia de tu padre?
-Tu sabes que fue
– dijo iracunda, ella estaba nerviosa, este tema estaba abriendo viejas heridas
que pensó ya estaban sanadas.
-Dímelo, quiero
escucharlo – conocía a Aurora y sabía que a veces era bueno darle un pequeño
empujoncito.
-Nooo ¿Daniel no
entiendes que aun duele? – sonaba furiosa, como una animal herido.
-Dímelo – ese era
un Daniel exasperado, solo necesitaba un empujón más.
-¡ME VIOLO! ¿Eso querías
escuchar? M-E V-I-O-L-O, ese hombre viejo y asqueroso abuso de mi cuando tenía
8 años – Aurora está al borde de las lágrimas – me llevo a su habitación, me
amarro a su cama ¡la cama que compartía con Ana! No paraba de decirme que era
culpa mía, yo no debía sonreírle tanto y lo peor de todo es que ¡ella se
encontraba abajo! – dijo esto último gritando – como es posible que no
escuchara mis gritos.
-Aurora ven no
llores – Daniel corrió a abrazarla, duraron así unos cuantos minutos hasta que Daniel
se aventuró a mirarla a la cara - ¿mejor? – pregunto con una expresión dulce en
su rostro.
-Sí, gracias.
-¿Por qué?
-Nunca me habría atrevido
a decirlo en voz alta si no fuera porque insististe, esa fue una de las peores
experiencias de mi vida, siento como si me hubiera quitado un peso de encima –
dice y suelta una risita nerviosa, Daniel nunca había escuchado algo igual, un
sonido que le llego hasta lo más profundo de su corazón.
Daniel la apretó más
fuerte hacia él, ella levanto la vista y por un segundo posó sus
labios en los de Daniel.
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